miércoles, 26 de septiembre de 2012

El corazón de la manzana


En cada rincón de cada beso, en cada punta de una manzana cuadrada, siguiendo las huellas de un pie treinta y nueve que me llevan al desguace del corazón, girando la rotonda del olvido, cruzando la primera estrella a la izquierda y recto hasta el oscurecer, tanteando los bordes de la aurora, vigilando los horizontes de un espacio sin fin, antes de llegar a los confines de un fondo rojo oscuro carmesí de otras galaxias que no conozco y que imagino, vacilando entre agujeros negros y orificios blancos, esquivando asteroides con caras de ángel y antes de que se me caigan los pantalones le quito el cinturón a Orión con cuidado de no despertarlo, sin rozar los meteoritos que fuman cigarros marca Derby, aterrizo en las costillas de Venus y ahí te encontré, comiendo manzanas.