sábado, 8 de enero de 2011

MENTIRAS IMPROVISADAS 


Ella dudaba de mi, de cada palabra y de cada silencio, nunca me terminó de creer, incluso cuando le contaba historias que había vivido con ella, todo era una gran mentira. Dudaba de mi forma de reír y desconfiaba de mis besos. Nunca le di motivos, jamás. Me gustaría pensar que era una manía, una patología o incluso que de pequeña hubiese caído en un marmita de poción mágica como Obélix. Todo era mentira, todo era falso, nada era suficiente y todo era demasiado, algo en su cabeza no le dejaba ver la realidad. No creía en sus sueños, se enfadó con todas sus amigas tiempo atrás, sus novios del pasado la olvidaron. Un día llegué mas tarde de lo previsto porque perdí el tren de las 20:00, ella estaba en el sofá con las piernas cruzadas y las uñas mordidas, me preguntó que donde había estado, porque había llegado 2 horas tarde. Yo pensé, para que decirle la verdad? si al fin y al cabo no me creería, y mi boca se fue haciendo mas pequeña cuando empecé a contar mentiras. Ella me miraba con la misma cara de "no te lo crees ni tu" pero decidió pasar del tema y nos pusimos a cenar. Una vez en la mesa me llegó, una alucinación, una reflexión divina conmigo mismo y le dije, -Cariño, me ocultas algo?
La mayor carga de un mentiroso, es que nunca se fía de nadie.