jueves, 1 de diciembre de 2011

El viejo hospital de muñecos


Aquel sastre siniestro compraba telarañas a cualquier precio. No pasaba horas en su viejo taller de muñecos ventrílocuos, (o como él lo llamaba, su hospital de muñecos) pasó su vida. Detrás de cada muñeco que fabricaba se escondía la historia de un niño que había muerto anteriormente, tenía muñecos de todas las clases, de todos los sexos, de características homogéneas, pero todos de la misma edad. Muñecos que un día fueron niños, y haciendo apología de Gorey; tenía a Amy que se cayó por las escaleras, Basil que fue atacado por un oso, Ida que se ahogó en el lago, Prue, pisoteada en una pelea y muchos más en su abecedario macabro. Los quería como si fuesen sus propios hijos, y mientras tomaba café en una mesa de dimensiones elevadas esperaba la muerte en un sin vivir de terroríficas miradas.