lunes, 19 de septiembre de 2011

La muerte de Anne Paris

Nadie lamento su muerte (suena un piano, posiblemente tocado por unas manos desgastadas).
La conocí hace mucho tiempo posiblemente en los años mas oscuros de mi vida, en cuanto la vi la reconocí, su lengua afilada como una navaja y su pelo lleno de grasa la arrastraron hasta mi. No sentimentalmente, aun que era guapa todos conocían su pasado y os aseguro que no os gustaría estar en su pellejo.
Yo nunca me terminé de fiar de ella, posiblemente mientras yo pensaba eso ella estaría afilando su lengua para clavarla en mi frágil espalda.
Pero lo que ella no sabía, era que sus "eses" bien pronunciadas con sigilo y cuidado de no torcer la lengua no servían para engañar a un mentiroso, sobretodo si quien miente tiene unos ojos de serpiente tan contradictorios y una tos bastante surrealista.
Ese mismo día la vendí, antes incluso de hablar con ella, renegué de su veneno y de su voz, engañé yo a la serpiente que insensata mordió la manzana equivocada y cayó...
La tiré por el abismo, Anne Paris tocó fondo, y en que mejor lugar puede vagar un parásito? en un fondo...solo, sin nadie que lo escuche, solamente Anne Paris y su veneno, donde morirá y nadie nunca la echará de menos.
Me arrepentí...
Esa noche después de pasar una noche con chicas preciosas en moteles, cogí mi Harley y me dirigí a charlar con mi amigo Valerio a unos de esos bares perdidos de la carretera, "El tiburón degenerado".
Aparqué mi Harley en la entrada y allí lo vi, el bebía cerveza, yo zumo de piña...mientras me lamentaba sobre lo ocurrido con Anne, y Valerio me intentó animar.
Pero el diablo que escucho nuestra conversación me dijo:
-Hiciste bien, ella hubiese actuado exactamente igual, has sido rápido hijo!
Desde entonces me siento mucho mejor, no sabéis cuanto...