
-Lo siento jovencito, no está en venta.
En un impulso de esquizofrenia inmadura, robo el libro. Me lo llevo a casa y por la noche cuando lo abro, una serie de monstruos despeinados y con voz aguitarrada intentan comerme. Cuando vuelvo a esa calle la biblioteca no estaba allí. Desdichado para siempre... me encantaría encontrarme al hombre siniestro por la calle para meterle el libro en el bolsillo de la gabardina, porque misteriosamente hoy me e despertado abrazando un libro sin autor.